En la región del Cusco, la palabra maras remite a uno de los enclaves más singulares de los Andes. Allí, un pueblo colonial convive con una red milenaria de pozas de sal en pleno Valle Sagrado. El lugar conserva prácticas antiguas, arquitecturas heredadas y un paisaje que revela historias de intercambio y adaptación.
Ubicación y contexto geográfico de Maras
Maras se encuentra en la provincia de Urubamba, a aproximadamente 48 kilómetros al noroeste de la ciudad del Cusco. El pueblo y sus famosas salineras ocupan una meseta andina alta, donde las pendientes ceden para dar paso a campos abiertos. La altitud promedio es de 3,300 metros sobre el nivel del mar, lo cual influye tanto en el clima como en la vegetación característica de la zona.
El acceso a Maras suele realizarse por vía terrestre desde Cusco o Urubamba. La carretera asfaltada une estos dos polos urbanos con el pueblo y facilita la llegada tanto de visitantes como de comerciantes locales. Esta ubicación privilegiada convirtió históricamente a Maras en un punto estratégico para el comercio regional y lo mantuvo vinculado a rutas agrícolas, ganaderas y mineras desde tiempos preincaicos hasta la actualidad.
El entorno es típicamente andino: campos sembrados de papa nativa, quinua y cebada rodean las viviendas. A corta distancia, las terrazas blancas y escalonadas de las salineras aparecen contrastando con el color ocre del paisaje seco. Un sistema hidrológico propio canaliza las aguas subterráneas hacia estas terrazas, generando un fenómeno natural y cultural único en Sudamérica.
Orígenes históricos: pueblos originarios y épocas sucesivas
La historia antigua de maras se remonta al periodo formativo andino. Diversos estudios arqueológicos identifican la presencia temprana de grupos étnicos como los Kuyu Suyus y Anarmakas. Estos señoríos controlaban territorios extensos antes del dominio incaico y organizaban su vida social alrededor del culto a manantiales y cerros (apus) que aún son reconocidos localmente.
Durante el llamado Horizonte Medio, bajo influencia Wari (aproximadamente entre los siglos VII y IX d.C.), se observa una intensificación agrícola en toda la región. Maras ya funcionaba entonces como enclave especializado en recursos minerales, especialmente gracias a sus fuentes salinas naturales.
Con la expansión del Imperio Incaico en el siglo XV, Maras fue incorporado al sistema administrativo imperial. La sal obtenida aquí se convirtió en un bien estratégico para el trueque con comunidades selváticas y altiplánicas, dado que su conservación permitía transportar alimentos sin deterioro. Tras la llegada española, el pueblo fue refundado oficialmente en 1556 bajo criterios urbanos europeos; sus calles rectilíneas y portadas talladas reflejan este cambio.
Las Salineras de Maras: origen geológico y técnica ancestral
Uno de los mayores atractivos de maras son sus salineras: más de 4,000 pozas artesanales construidas en terrazas inclinadas sobre el flanco del cerro Qaqawiñay. El origen geológico reside en un manantial subterráneo altamente mineralizado que brota naturalmente —probablemente debido a depósitos marinos sedimentarios presentes desde hace millones de años cuando esta parte de Sudamérica era fondo oceánico.
La técnica utilizada para extraer la sal no ha variado sustancialmente desde épocas preincaicas. Los canales derivan el agua salada hacia cada poza (de unos 5 m² promedio), donde se deja evaporar lentamente bajo el sol andino durante varias semanas. Una vez formado el cristal, se raspa cuidadosamente para no dañar la estructura base ni contaminarla con arcilla o tierra del entorno.
La gestión colectiva distingue a las salineras: cada familia local suele administrar varias pozas según derechos heredados por generaciones. Aunque existe una asociación formal para coordinar la distribución e ingresos actuales, las técnicas manuales prevalecen sobre métodos industriales modernos. Este modelo semi-comunal contrasta con explotaciones mineras convencionales y permite mantener prácticas sostenibles adaptadas a las condiciones ecológicas extremas.
El pueblo de Maras: arquitectura virreinal y vida cotidiana
El casco urbano del pueblo conserva algo poco habitual en otras comunidades rurales andinas: arquitectura virreinal relativamente intacta. Muchas viviendas muestran portadas de piedra con inscripciones religiosas o simbólicas —algunas datadas del siglo XVII— que reflejan el estatus social de los antiguos habitantes coloniales vinculados al comercio de sal.
Las calles son trazadas casi siempre en líneas rectas formando cuadrículas irregulares; esto responde tanto a criterios urbanísticos españoles como a condicionantes topográficos locales. Las casas suelen estar construidas con adobe reforzado internamente por madera nativa (quinual o eucalipto), techadas con tejas rojizas o fibra vegetal encalada contra el intenso sol.
En cuanto a la vida diaria actual, persisten costumbres ancestrales relacionadas con las festividades patronales (especialmente San Francisco), mercados semanales donde se intercambian productos agrícolas locales —queso fresco, tubérculos nativos— e incluso ritos vinculados al ciclo agrícola que combinan elementos indígenas y cristianos. El idioma predominante es el español rural aunque muchas personas mayores conservan el uso cotidiano del quechua.
Producción, comercialización e impacto económico local
La extracción artesanal sigue siendo central para la economía familiar en maras. La producción anual varía según lluvias y disponibilidad hídrica pero suele estimarse entre 150–200 toneladas métricas anuales repartidas entre cientos de familias propietarias o arrendatarias.
El sistema comercial principal utiliza intermediarios regionales que transportan la sal hacia mercados urbanos como Cusco o Lima; parte importante también se destina al consumo doméstico directo o microemprendimientos gastronómicos emergentes que aprovechan su perfil orgánico (libre de aditivos). En años recientes ha crecido una demanda internacional limitada —sobre todo gourmet— promovida por chefs peruanos reconocidos mundialmente.
El turismo genera ingresos adicionales por visitas guiadas a las pozas, compra directa al productor y participación en talleres didácticos sobre cosecha tradicional o usos culinarios antiguos. Sin embargo, algunos habitantes señalan tensiones relacionadas con presión inmobiliaria externa o riesgos ecológicos derivados del flujo masivo estacional.
Cultivo agrícola tradicional alrededor de Maras
A pesar del protagonismo mediático de las salineras, la agricultura tradicional sigue marcando el paisaje social y productivo local. Las chacras ubicadas alrededor del núcleo urbano cultivan diversas especies nativas andinas: papas autóctonas (como huayro o peruanita), ocas, mashua además de cebada adaptada al frío nocturno intenso.
Estos cultivos responden tanto a necesidades alimenticias propias como comerciales; muchos habitantes alternan periodos dedicados a la cosecha agrícola con jornadas laborando en las salineras dependiendo del calendario agrícola anual (siembran entre septiembre-noviembre aprovechando lluvias tempranas; cosechan abril-julio). El uso racional del agua deriva tanto del manantial salino como acequias milenarias restauradas periódicamente mediante faenas comunales denominadas “minka”.
Ciertas familias practican además ganadería menor —principalmente ovina— cuyos productos derivados (queso fresco principalmente) abastecen ferias quincenales organizadas por asociaciones campesinas zonales. Esta rotación multi-sectorial constituye un mecanismo resiliente ante variaciones climáticas extremas cada vez más frecuentes debido al cambio climático regional andino.
Evolución reciente: turismo rural comunitario y desafíos contemporáneos
En los últimos quince años maras ha experimentado una transformación paulatina ligada al crecimiento del turismo rural comunitario. Organizaciones locales han logrado acuerdos para gestionar el ingreso ordenado tanto a pozas como senderos interpretativos —por ejemplo Caminos Incachiriaco o circuitos hacia Moray— priorizando guías residentes frente a operadores externos sin arraigo territorial.
Esta apuesta busca diversificar ingresos sin sacrificar autonomía cultural ni comprometer recursos sensibles ante presiones comerciales ajenas. No obstante persisten desafíos estructurales complejos: acceso irregular a servicios públicos (agua potable constante; conectividad digital confiable), migración juvenil hacia ciudades vecinas para educación superior o empleo formal limitado y riesgos ambientales derivados tanto por eventos naturales extremos como contaminación puntual derivada del uso inapropiado de detergentes externos por visitantes mal informados.
Algunos proyectos piloto —apoyados por ONGs especializadas— introducen tecnología solar para bombeo eficiente del agua o sistemas digitales básicos para trazabilidad comercial directa; sin embargo estos procesos avanzan lentamente debido tanto a limitaciones presupuestales recurrentes como tensiones internas asociativas que priorizan consensos colectivos sobre decisiones individuales rápidas.
Cultura material e inmaterial: rituales, gastronomía e identidad local
La vida cotidiana en maras está marcada por una combinación peculiar entre cultura material heredada —objetos religiosos coloniales; herramientas agrícolas preindustriales— y manifestaciones inmateriales como canciones tradicionales (huaynos), danzas rituales específicas (tijeras durante fiestas patronales) o ceremonias propiciatorias vinculadas al ciclo agrícola-ganadero local.
En cuanto a gastronomía destacada surge el consumo habitual de papas sancochadas acompañadas por queso fresco elaborado artesanalmente; ocasionalmente se preparan platos más elaborados como “kapchi” (guiso frío de habas frescas, queso rallado local y hierbas silvestres). Aunque existen propuestas gastronómicas contemporáneas orientadas al visitante urbano, los sabores cotidianos siguen ajustándose más bien al calendario productivo interno que al gusto turístico externo.
Los rituales ligados a Santa Cruz —particularmente celebrados durante mayo— congregan no solo habitantes sino migrantes retornantes vinculados familiarmente al pueblo; estos eventos involucran procesiones mixturando iconografía católica con ofrendas agrarias prehispánicas (maíz tostado; chicha fermentada). Estos elementos subrayan permanencias culturales aun ante oleadas modernizadoras externas recientes.
Aproximación técnica: composición química y propiedades organolépticas de la Sal de Maras
Los análisis químicos independientes muestran que la Sal de Maras contiene cloruro sódico acompañado por oligoelementos naturales propios del subsuelo marino ancestral —magnesio; calcio; potasio— presentes en proporciones variables según época seca/húmeda anual. Esto le confiere un sabor ligeramente terroso comparado con sales refinadas industriales así como tonalidades rosáceo-blanquecinas apreciables visualmente.
Estudios realizados por laboratorios peruanos acreditados encuentran ausencia significativa tanto de metales pesados tóxicos (plomo, arsénico) como aditivos sintéticos frecuentemente usados industrialmente (antiaglomerantes). Por estas razones algunos consumidores internacionales prefieren este producto debido no solo a su perfil gustativo singular sino también trazabilidad documental respecto a técnicas extractivas tradicionales.
No todos los lotes presentan idénticas características sensoriales dado que factores microclimáticos influyen sobre concentración final mineral tras evaporación lenta; cierta variabilidad es considerada no defecto sino parte esencial del carácter artenasal conferido por paisajes únicos e intervención humana mínima.
Relación entre Maras y Moray: diferencias funcionales e históricas
Aunque suelen visitarse conjuntamente dada su cercanía física (10 km lineales), Maras y Moray cumplen funciones técnicas distintas desde su origen.
Moray, conformado por andenes circulares concéntricos excavados artificialmente (datación aproximada siglo XV d.C.), funcionó principalmente como laboratorio agrícola incaico destinado a ensayar microclimas diferenciados capaces de acelerar domesticación varietal vegetal —especialmente maíz altoandino— mientras que Maras constituyó desde siempre un enclave minero-artesanal centrado exclusivamente en extracción/cosecha mineral no metálica apta para conservación alimentaria generalizada.
Ambos sitios han sido objeto prioritario tanto para investigaciones arqueobotánicas recientes cuanto programas nacionales turísticos aunque enfrentan retos similares respecto sostenibilidad ambiental e integración justa beneficio económico regional frente intereses externos globalizados.
Estructura social comunitaria: organización interna y transmisión intergeneracional
A diferencia de otras comunidades campesinas peruanas sometidas progresivamente a parcelación individualista extrema post-Reforma Agraria década 197s-80s, maras mantiene una estructura organizativa basada fuertemente sobre núcleos familiares ampliados (“ayllus”) coordinando tanto explotación mineral común cuanto defensa recíproca frente amenazas externas puntuales.
Cada unidad doméstica gestiona varias pozas determinadas históricamente mediante consenso oral validado periódicamente ante asambleas barriales mixturando procedimientos legales formales modernos (inscripción municipal vigente) junto protocolos orales tradicionales persistentes pese migraciones demográficas recientes.
Liderazgos rotativos femeninos/masculinos resultan regulares especialmente durante fiestas cívico-religiosas anuales mientras comités juveniles impulsan acciones colectivas para mantenimiento canales hidráulicos esenciales supervivencia largo plazo.
Diversidad lingüística e identidad contemporánea
Pese predominancia castellana oficial escolarizada última generación (199s), persiste uso cotidiano variante dialectal local idioma quechua cusqueño suroriental (“runa simi”) especialmente contextos familiares ritualizados así mercado semanal donde preferencia transaccional oral supera escritura normativa formalizada urbana.
Tanto señalética institucional reciente cuanto guías turísticos comunitarios bilingües refuerzan recuperación consciente patrimonio inmaterial apoyándose proyectos colaborativos museísticos móviles liderados educadores rurales activos zona Urubamba-Chinchero-Maras.
Caminatas ecológicas alternativas cerca de Maras
Múltiples senderos peatonales interconectan maras, Moray, Pichingoto u otras comunidades menores circundantes evitando tránsito vehicular masivo propio rutas principales asfaltadas.
- Trek corto Salineras-Maras-Pichingoto-Puente Inca (~6km): descenso gradual desde borde urbano hasta fondo cañón Vilcanota atravesando terrazgos agrícolas activos.
- Circuito largo Moray-Maras-Salineras (~12km): diseñado especialmente aficionados fotografía paisajística interesados registrar contrastes cromáticos estaciones secuenciales.
- Senda etno-botánica Chinchero-Maras (~15km): frecuentada mayoritariamente escolares rurales documentando especies endémicas medicinales adaptativas clima extremo altiplano húmedo/seco intercalado año natural completo.
Preguntas Frecuentes
- ¿Puedo visitar Maras todo el año?
Sí, aunque las condiciones climáticas varían entre temporada seca (abril-septiembre) e invernal lluviosa (octubre-marzo). Las pozas son visitables siempre salvo cortes puntuales por mantenimiento comunitario interno. - ¿Es seguro comprar sal directamente en Maras?
La venta directa realizada por productores locales cumple estándares higiénicos básicos; si bien carece certificación industrial estándar internacional suele ser segura si se adquiere solo empaques bien sellados u homologados por asociaciones reconocidas oficialmente. - ¿Qué transporte público llega hasta Maras?
Colectivos interprovinciales Cusco-Urubamba pasan regularmente cerca cruce principal carretera Chinchero–Urubamba; desde ahí taxis locales pueden trasladar hasta entrada pueblo o pozas previo acuerdo tarifa variable según época turística anual. - ¿Hay alojamientos disponibles dentro del pueblo?
Existen hospedajes familiares sencillos (“hostales”) gestionados directamente por residentes; opciones hoteleras convencionales quedan restringidas mayoritariamente centros urbanos Urubamba/Cusco salvo reservas previas anticipadas temporada alta julio/agosto. - ¿Es posible participar activamente en faenas agrícolas/comunitarias durante visita?
Algunas organizaciones comunales ofrecen programas vivenciales cortos permitiendo colaboración real actividades temporales campo/salina previa coordinación formal responsable respetando usos internos tradicionales locales estableciendo límites claros convivencia temporal externa/interna.